domingo, 11 de diciembre de 2011

Sancamaleon en La Trastienda: En el aire, sentimientos

Ante una gran convocatoria, el sexteto se despidió, el miércoles pasado, con un show contundente y emotivo poniendo fin a 11 años de carrera.


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“Una banda que no sonó en radios, sin prensa, sin amigos periodistas, sin festivales, sin lobby. Pero querida por la gente”, había publicado Fede Cabral, en facebook, horas antes de la última presentación de Sancamaleón. Una precisa y certera definición de estos 11 años de vida de una de las bandas más interesantes de la escena nacional, que pese a tener una buena consideración por parte del público, lamentablemente, no logró la explosión de popularidad que se merecían. Y esas palabras del cantante fueron ratificadas cuando al llegar a la puerta del lugar la gente (en gran número) se agolpaba esperando para ingresar y, una vez dentro del recinto, se podía apreciar una capacidad casi colmada.

A escasos minutos de que el reloj marcara el comienzo de un nuevo día, se abrió el telón y ahí estaba el sexteto, a pocos metros de su público, dispuestos a brindar su show despedida. Al frente de la banda se ubica un inquieto Fede Cabral, que se desliza de un lado a otro del escenario sin perder su vocalización clara ni los fraseos expresivos, baila, dialoga con la gente, se pone en cuclillas y pega un salto. En concordancia, el inicio del concierto tuvo una impronta vertiginosa con un ejemplar de cada placa “Abrí tu boca”, “Afuera” y “Contra todos los molinos”. Misma formula que se repitió en la segunda vuelta: “El norte”, “Tormenta africana” y “En el aire” (que en su estribillo ofrecía una descripción perfecta de lo que sobrevolaba en el ambiente: “En el aire, sentimiento”).

Si se repasa la obra de la banda (el legado a estas alturas) se puede advertir una riqueza artística increíble. Los comienzos, allá por mediados del 99’, estuvieron marcados por 2 EPs («Sancamaleon» de 2001 y «La venganza de la Pachamama» de 2002), que presagiaban lo que sería ese explosivo primer larga duración. Luego editaron 3 discos de estudio, que en su concepto musical, son tan disímiles como geniales. Cada uno en su deformidad y mutación expone las diversas etapas que atravesó el grupo y, lógicamente, sus integrantes. Del arrebato distorsivo juvenil de «Cancionero para niños sin fe», en el que convivían la potencia hardcore con ritmos latinos y jazzeros; a la magnífica exploración de la faceta latina de «Polenta»; y de ahí a una etapa de maduración, que incluyó cambios de formación, y la publicación de «Afuera», una simbiosis de los anteriores trabajos y, a la vez, una nueva búsqueda con ciertos aires electrónicos.

“Muchas gracias, estamos muy emocionados”, fueron las primeras palabras de la voz líder, que luego propuso: “A bailar nomás”, y el grupo se despachó con su faceta más bailable con “Tropa” y “Sandro”. “¡No te vayas Sanca!”, gritó alguien del público, expresando el deseo de todos los presentes. A lo que Cabral respondió: “No nos vamos. Para nosotros esto es una celebración. La vida es esto, y es fabuloso. La música siempre queda y Sancamaleon va a ser Sancamaleon para siempre. Lo lindo de todo esto es haber sido, ser y seguir siendo la banda de sonido de momentos de la gente. Eso es impagable”. Y ese sentido mensaje generó un aplauso cerrado de los espectadores.

Dentro de los diferentes climas emotivos que rondaron por La Trastienda, uno de los más notorios se produjo con el conmovedor set acústico, que generó más de un lagrimón en el público. Este bloque comenzó con “Canción mutante” (en dúo de guitarra y cajón a cargo de Fede y del percusionista Román Montanaro, respectivamente), y luego se sumó toda la banda para interpretar “El miedo”, “Esa melodía”, “Mi chica peruana”, “Adiós” y “Todos los caminos”. A medida que transcurría el show el cantante fue presentando, uno a uno, a sus compañeros con quienes conforma ese tándem tan especial: el guitarrista Diego Fares, el baterista Nicanor Ramírez Araujo, el percusionista antes mencionado, el bajista Santiago Zarate y el tecladista Franco Brisioli.

La invitación de los vientos oriundos de Olavarría para un bloque ska (“Un día de estos” y “No te detengas”) vaticinaba el final de la noche. “Bueno, nos vamos. Ha sido un gusto conocerlos a lo largo de todos estos años”, manifestó Fede, y agregó: “Cuidemos a los músicos de acá, sobre todo con los Roger Waters”, en un comentario algo sarcástico buscando una reflexión sobre del alubión de artistas internacionales, y expresando una postura crítica ya que ante tanta visita extranjera se está perdiendo de vista una escena local atractiva y fascinante. Para el último tramo tenían preparado un intenso cierre desempolvando varias gemas de su primer disco como “La venganza de la Pachamama”, “El camino”, “La patada” y “Sambodromo” (Mientras Cabral cantaba “No quiero más rock and roll, quiero aprender a sambar”, rompiendo con los convencionalismos del rock, un grupo de chicas sube al escenario, espontáneamente, para sambar).

“Es la última de la noche, así que ustedes saben…Fue hermoso. Sólo gracias”, expresó emocionado el cantante y sonó, justamente, “Ultima canción”. Y cómo si fuera poco las casi dos horas de enérgico show, los seis integrantes se arrojaron al público desencadenando un descontrol general. Así los Sanca se despidieron en su ley: con un show caliente y enérgico, que dejó muchas sensaciones. Por momentos, bailable y festivo; por otros lapsos, emocionante y desconsolador. Mezclando lágrimas y sonrisas. Una presentación que será difícil de olvidar, al igual que a este grupo. Y como dice su canción “Baila mi vida”: “El futuro es tan incierto, pero esta noche es para siempre”.

VIDEOS
Canción mutante
Adios
Baila mi vida - La venganza de la pachamama

1 comentario:

Aldo dijo...

No se si me gustan tanto, pero en la comparación con tantos 'sucesos' de los ultimos tiempos, debo decir que les faltó un golpe de suerte.. Por lo que les escuché decir el otro día, no es de extrañar que vuelvan en un par de años.. Muy buena crónica, como siempre.. Un abrazo