Luego de editar uno de los
mejores discos del 2013, el ex
líder de Fricción y Los Siete Delfines entrega algunos detalles sobre la
realización de Incandescente y
analiza el presente de su carrera.
“Ahora más que nunca estoy
destilando una consecuencia de los clásicos, de las primeras influencias que
tuve en mi vida, las primeras músicas que me impactaron, y cada vez que me
pongo a trabajar en una canción nueva confluyen todas esas influencias pero de
una manera mucho más transparente y directa, y sin ningún condicionamiento de
estilo. Se mezcla todo de una manera en que lo mejor o lo que más me gusto se
acomoda en un lugar y arma algo nuevo. Eso está buenísimo y es algo que me hace
bien porque, de alguna manera, revisito mi adolescencia musical”, analiza el
músico su presente artístico que lo tiene abocado a su prospera carrera solista.
Richard Coleman no requiere presentación alguna,
su amplia y excelsa trayectoria musical lo precede. Ya sea liderando a Fricción
y Los Siete Delfines, colaborando con Soda Stereo (En el disco Nada Personal, además del tema Estoy Azulado, de su autoría, aportó el
título del álbum, que lo tenía boceteado para Fricción y, ante el pedido de
Cerati, aceptó encantado, por citar sólo una contribución) o participando de
las bandas de Charly García, Luís Alberto Spinetta y Gustavo Cerati, el
guitarrista y compositor de Villa Urquiza cuenta con casi tres décadas
de carrera en las que dio sobradas muestras de su talento.
En la actualidad, a su fama de guitarrista
excepcional, dueño de una precisión envidiable para tocar las notas justas y de
una capacidad única para desatar el caos con un simple movimiento de sus dedos,
le ha agregado los rasgos de hábil compositor de canciones. Esta faceta más cancionera, que en
su despertar solista, Siberia
Country Club, aparece en pequeñas dosis como una especie de transición
entre su pasado al frente de L7D y un presente en solitario, es explotado con
éxito en su flamante segundo trabajo, el luminoso Incandescente.
Posiblemente todas esas influencias musicales
emergen en este momento particular porque Coleman viene de grabar A Song Is a Song Vol. 1, un capricho que
le permitió versionar a héroes personales tan diversos como Brian Eno, Nick
Drake, Black Sabbath, PJ Harvey, Elvis Presley y Jethro Tull. “A song is a song es como un muestra o un
guiño de la música que he escuchado. Imaginate que son sólo 11 canciones, pero
está presente el eclecticismo y esa manera de escuchar música muy variada y de
encontrar en cada cosa algo valioso. En un momento del show o del disco tenes
esa influencia y la mandas, quizás no llegue al otro lado pero sirve a la
actitud de uno como artista”, explica y agrega con humildad: “Después ves a la
banda de Neil Young y decís: ‘La puta que los parió quiero tocar como ellos’”.
Para Incandescente decidió trabajar a la vieja usanza, iniciando las
canciones con la misma portaestudio de cuatro canales que acompañó sus años
ochenta y luego volcó todo el material del casete a la computadora. “Me enfoque
mucho más en la composición de las canciones. El disco lo compuse a partir de
la guitarra y la voz, quería que cada una de las canciones fuera autosuficiente
con la guitarra, que algunos dirán: ‘Ah mira lo que descubrió éste’. Pero
después de trabajar tanto con la tecnología y con bandas, de andar delegando
arreglos o haciendo en la computadora un panel de sonido, porque uno busca el
carácter del sonido, lo que trate fue más que nada perfeccionar la estructura y
el contenido de las canciones, buscando la simplicidad y la belleza de una
manera más sintética”.
Durante la entrevista Coleman menciona
en repetidas ocasiones a la palabra “canción” y no es por una carencia en su
léxico, sino porque se ha reinventado como compositor y ha encontrado en la
canción a la protagonista de su último trabajo. “La sonoridad y los arreglos
los deje en segundo plano porque sabía que eso iba a venir solo. Una vez que
tuviera la canción, con los músicos que toco y con la producción de Alejandro Vázquez,
ya se iba a armar algo. El sonido tenía que estar en la canción y en mi actitud,
y eso se fue develando a partir de cómo le pase las canciones a la banda, cómo
las tocamos, cómo acomodó todo Ale Vázquez, y realmente salió un disco distinto.
De alguna manera todo lo instrumental está presente pero le prestas atención
cuando ya escuchaste la canción. Primero te llega la belleza de la canción (si
sos sensible a eso) y, una vez que ya pasaste por esa etapa, ahí te pones a escuchar
lo que esta pasando. La protagonista es la canción y eso fue una búsqueda
deliberada, y creo que le dimos bastante cerca (risas)”.
Contradiciendo la lógica, durante
su etapa solista Coleman no ha estado sólo sino muy bien acompañado. “Los
invitados fueron fundamentalmente porque las canciones pedían un sonido y tenía
que ser alguien especifico el que lo pusiera. Tenía que ser un artista de su
instrumento, más que un músico”, señala Coleman y advierte que esa libertad
para invitar otros músicos se la da la posibilidad de ser solista porque cuando
tocaba con una banda, lo resolvía con los integrantes del grupo. Para Siberia Country Club convocó a un “dream
team” de músicos encabezado por Gustavo Cerati, Tweety González, Ulises Butrón,
Jorge Araujo (ex batero de Divididos y actual Gran Martell) y Daniel Castro (ex
Fricción). Mientras que para Incandescente
reunió a invitados de diversos estilos musicales pero, en esta oportunidad, para
que realicen un aporte puntual.
“Lo llame a Leandro Fresco porque
tenía la idea de una introducción electrónica con loops y me imagine que era el
que mejor lo podía hacer y, además, iba a entender lo que le estaba pidiendo
con mis palabras. Después a Pepo Onetto, que es un excelente orquestador y un
gran compositor, le dije: ‘Necesito unas cuerdas así’, le pase el arreglo de
cuerdas con la guitarra y me dijo: ‘Dejame que lo acomodo’. Quedo, una belleza.
El aporte de Alejandro Lerner con el órgano, sabiendo lo bien que toca ese
instrumento y la sensibilidad y las ganas de tocar fuera de su ambiente musical
que tiene, fue invalorable. Y Skay ni hablar, escuchas la viola de Skay y no
escuchas una guitarra, lo ve a él. ¡Es genial!”.
El guitarrista reconoce que le
disgusta hacer videos tanto como escuchar música a través de ellos, por eso para
el clip de Cuestión de tiempo, segundo
corte del disco, trabajó junto a Alejandra Bredeston (“Es prácticamente la jefa
de arte del disco”, indica) y ambos consideraron que lo mejor era simplificar
la cuestión y poner al músico como protagonista. “Al observar el video me doy
cuenta que, si bien me enfoca a mi, te olvidas de la persona porque no es la
cara fija sino que me va recorriendo, empezas a ver pedazos y seguís escuchando
la canción. Me pareció que la búsqueda llegó a un lugar bueno, porque la canción
se pasa rápido y el video es un acompañamiento a la canción, y es fabuloso que
suceda eso”, considera con orgullo. Además lo plasmado en el video sirve para
ratificar el concepto del disco: “Que la canción sea la protagonista y no el
acompañamiento de una historia”.
Publicada en Rock.com.ar
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