Antes de presentarse en Niceto, Mauro Duek rememora el extenso proceso de grabación del
primer disco de su banda y explica cómo es trabajar con dos de los mejores
productores argentinos, Pablo Romero y El Chávez.
Actualmente el rock argentino enfrenta una situación
bastante paradójica. Acuciadas por la crisis del formato cd y por malas
decisiones estratégicas, las grandes compañías discográficas dejaron de
desarrollar artistas y decidieron apostar a lo seguro. A pesar del atajo que
prefirieron tomar, los principales sellos no lograron editar algún material que
llame la atención por su valor artístico, para ratificar esto sólo basta con
darle una ojeada (y/o escuchada) a sus catálogos. Sin embargo para aquellos que
aún no han perdido la avidez por la buena música, que en otros momentos casi
que llegaba sola a nuestros oídos, deben alejarse de las grandes luminarias del
mainstream y adentrarse en la
escena independiente. Allí seguramente encontrarán lo más interesante en
materia musical, como por ejemplo a Mejor Actor de Reparto.
Los
MADR son de esas bandas difícil de catalogar. Posiblemente esta ambigüedad
resida en su destreza para abordar con éxito diversas vertientes musicales, coqueteando
así con el rock, el folk y el indie pop sin perder de vista la canción y la
melodía. Este grupo surgió, a fines de 2009, de los vestigios de Sobretodo de
invierno. “Cuando se disolvió la
banda ya estaba con muchas canciones acumuladas, con ganas de cantar y le
propuse a Matías (Montes, en batería) y Alejo (Lecuona, en bajo) armar una
nueva banda”, explica Mauro Duek la génesis del grupo. Ya en esos comienzos contaban
con un aliado de lujo: Pablo Romero, líder de Árbol y prolífico productor,
quien les presentó al ex guitarrista de Nuca, Nicolás Martin, para completar el
cuarteto ideal. “Con Romero ya habíamos trabajado en el proyecto anterior y cuando
le dije que íbamos a hacer un disco, me respondió: 'Cuando tengan algo
mandenmelo. Vamos a hacerlo'.
“Hubo un laburo
previo muy intenso porque yo no sabía cantar. No podía cantar y no afinaba. Al
principio fue bastante difícil pero grabar el disco me ayudó mucho porque
aprendí a manejar diferentes intensidades. Cuando grabamos la primera toma de
voz era horrible. Lo fui a grabar al estudio Nómade y era una tortura porque no
estaba preparado. Todo sonaba igual, como en la sala de ensayo a los gritos y
hay diferentes niveles, inclusive dentro de las canciones. Consensuamos con El
Chávez para que me pudiera llevar a mi casa una placa y un micrófono decente, y
sacrificar la calidad que pudiera ofrecer el estudio. Justo en ese momento no
tenía un trabajo fijo y me puse a ejercitar todo el día durante cinco o seis meses”,
rememora el perseverante Duek el desafío que significó para él convertirse en
la voz líder del floreciente grupo.
Como suele ocurre con
todas las bandas, el proceso de producción del primer disco se extiende durante
varios años y Mejor Actor no fue la excepción. “Un primer disco lleva tiempo. En nuestro caso nos llevó tres
años pero valió la pena”, reconoce Mauro. A principios de 2010, Romero todavía
vivía en Argentina y la banda le presentó un demo con entre 10 y 15 temas. “Ya sabíamos
como trabajaba. Al venir de la escuela de Gustavo Santaolalla, te pide que
hagas 40 canciones, cuando las hiciste, elige seis, y te dice: ‘Haceme 40 más’.
A nosotros nos vino muy bien porque el proyecto se estaba gestando y tenía
canciones que había hecho a los 13 años. Al armar la lista del disco, Romero
hizo un re buen trabajo pero su laburo llegó hasta ahí”.
Con la lista de las
canciones casi definida, Pablito Romero se fue México y les avisó que volvía en
cuatro meses, por lo que decidieron esperarlo. Pero una vez transcurrido ese
plazo, Mauro lo encaró: “Tenemos que grabar ahora”. Ante la imposibilidad del
ex Árbol, apareció otro ex Árbol: El Chávez. “Se sumó por amor al proyecto. Lo
que habla muy bien de él ya que tiene mucho trabajo y lo tiene porque trabaja muy
bien. Además puede producir muchos géneros y nuestro disco lo demuestra, para
los que decían que no. Cuando hacíamos el disco muchos se asombraban: '¿El Chávez?
Te lo va a hacer sonar igual que todo' Las bolas. Es un crack, diría el
Bambino”, bromea el guitarrista y continua: “A nosotros nos ayudo muchísimo
porque apareció cuando necesitábamos una opinión por fuera de la banda. Vino a
un ensayo (ya conocía la banda) y dijo: 'Esto ya está para grabar. Ensayen tres
semanas más’. Él eligió el estudio, definió el sonido, mezcló el disco, o sea
que tiene mucho que ver con el sonido de la banda”.
Durante la entrevista, el frontman, que suele
prenderse fuego arriba del escenario, habla con soltura y, a la pasada,
selecciona qué palabra le cabe mejor a cada situación particular de la charla.
En su decir se debate todo el tiempo entre una humildad extrema y el perfil de hermoso perdedor. “Siento
que cualquier persona se pude identificar con este disco porque habla de amor, desamor
y perdida, y eso se puede trasladar a cualquier ámbito. No relata la vida de
una estrella de rock o algo místico. Sino que propone algo bastante común y, en
algún punto, te podes relacionar con algo de todo eso porque fue lo que me paso
en los últimos cuatro años de mi vida y vivo una vida muy común”, analiza.
Pese a la modestia del músico, nobleza obliga, el
cuarteto editó uno de los mejores discos de los últimos años. Quizás para
quienes aún no han escuchado el álbum esta apreciación les resulte un poco
exagerada pero, con 10 canciones bien rockeras, el homónimo debut discográfico es
un trabajo intenso y urgente, que exhibe una agresividad casi punk, y por momentos
se torna oscuro y melancólico. “Siempre es un
desafío hacer un disco de rock y es muy difícil hacer un disco de rock que este
bueno, que no te pase que llegas a la quinta canción y sentís cierto hastío. Ahí le tengo que dar la derecha a
Romero por la selección de temas”, reconoce el músico. Justamente el productor sugirió 8 de las 10 canciones que
integran el disco y la banda completó esa minuciosa lista con “Tren que tren” y
“No me guardes rencor”, que habían sido desestimadas por Romero porque no
ofrecían la “innovación” buscada. “Las quería poner porque tenían que ver con
lo que me estaba pasando y no quería hacer un disco que fuera netamente rencor
y malestar. Me encantaba la idea y la actitud, pero después tenés que convivir
con eso”, admite Duek.
El cuarteto ya
comenzó a trabajar en el material que integrará su segundo disco de estudio,
que contará con la producción de Julián Gandara (“Lo conozco desde hace cinco
años y confío en su criterio porque es una persona con la que me siento muy
cómodo para trabajar en serio”, aclara) y la colaboración de Alejandro
Fernandez Alves, quien produjo “Los chicos hasta el fin”, de los Nuevos
Monstruos. En cuanto a lo
musical será una
continuación del disco anterior tanto temática como también sonoramente. “El
primer disco habla de una ruptura y una perdida, el segundo está hablando de
una lejanía de esas sensaciones. Por ahora viene hablando de la lejanía y de la
muerte”, revela.
El próximo viernes, Mejor Actor se presenta junto a Antü y
Buhocracia en el escenario principal de Niceto, luego de haber
llenado el Lado B. Mauro expresa que será una de las últimas oportunidades
para escuchar en vivo el disco entero y que, además, habrá algún tema nuevo
como “Sexto C”. “Todavía
estamos tocando el disco porque si lo escuchaste y nos venís a ver, calculo que
queres escuchar las canciones que te motivaron a venir. Si fuera por mi tocaría
canciones nuevas porque el disco tiene una temática que a mi me toca muy de
cerca, es muy personal y hay momentos
en los que no es sencillo tocar esas canciones”. Posteriormente la banda planea
llevar su música a diferentes lugares como Campana, Lanús, Rosario y Córdoba.
Será una buena posibilidad para apoyar un proyecto independiente que se las
trae y comprobar que, en la actualidad, la escena musical goza de excelente
salud.
El primer corte del disco es “El Oscar”, uno de los temas más rockeros, en el que proponen un juego con el nombre de la banda y el premio de
Mejor Actor de Reparto se presenta junto a Antü y Buhocracia el próximo viernes 18 de abril, a las 20, en Niceto (Niceto Vega 5510, Palermo).
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