En una extensa pero muy rica charla matinal, Martín Méndez, fundador y guitarrista de Los Caballeros de la Quema, presenta el primer disco de Sendero trazando un paralelo con su anterior banda y analiza la actualidad del Rock Nacional en torno al papel de las discográficas.
A comienzo de los 90, en medio de las feroces privatizaciones y la convertibilidad que colocaría al país dentro de un supuesto “Primer Mundo”, en los suburbios del conurbano surgieron una serie de bandas, que sustentadas en letras directas y concisas, expresaban su repulsión hacia la clase política argentina. De esa camada emergieron La Renga, Los Piojos, La Bersuit y Los Caballeros de la Quema, quienes un lustro más tarde alcanzaron - en mayor o en menor medida - la popularidad. Tras la trágica muerte del tecladista Ariel “Garfield” Caldara y por diferencias artísticas, a principios de 2002 el sexteto de Morón dijo basta ("basta para mi", guiño para los entendidos). Luego de la disolución, mientras el líder mediático lanzaba su carrera actoral y solista; Martín Méndez, Pablo Guerra, Javier Cavo y Patricio Castillo siguieron ligados al rock y formaron Vale 4, una experiencia fallida que duró apenas siete meses y algunos shows. A partir de ese momento, estos cuatro músicos tomaron caminos diferentes (tanto en lo musical como en lo existencial) y en esa búsqueda de nuevos horizontes, Méndez fundó Sendero, una banda que explora los confines del rock eléctrico con canciones oscuras, ásperas y lisérgicas.
“El nombre tiene que ver con generar un camino por afuera de la industria del espectáculo, no porque nos opongamos a ella sino porque vemos que está muy concentrada en artistas que ya no representan la época, como ocurre con Vicentico que lo lanzan con toda la pompa y le dan todos los premios. Es muy engañosa la industria. Van a lo seguro, una vez que hay una moda instalada o un artista que tiene un nombre lo mandan a hacer discos…pero no es mi cuestión. El punto es que eso nos deja afuera, y encontré una tierra fértil otra vez en lo independiente”, afirma MWM, con la autoridad que le confiere haber liderado musicalmente a la banda de la mentada Q durante 11 años. En cuanto a lo musical, Sendero “intenta lograr una comunión con el propio espíritu a través de la música. Generar viajes mentales, abstractos por momentos, ritmo para que te lleve al movimiento físico. No estoy pensando en un boliche de Palermo Hollywood sino bailable desde lo animal, soltar el cuerpo y desentenderse”, aclara el músico acerca de este interesante proyecto surgido en 2003.
Si bien Sendero pareciera tener muy poco en común – musicalmente hablando - con Los Caballeros, su líder opina que existe una ambigüedad entre su anterior banda y esta nueva etapa: “Sendero tiene una conexión tremenda con los orígenes oscuros y eléctricos de Caballeros. La sensación que generaba la presión sonora y la música de los dos primeros discos («Manos vacías» y «Sangrando») casi hasta el tercero («Perros, perros y perros») son testigos de eso. Y a la vez hay una tremenda desconexión, porque en lo personal uno de los motivos por el que quise bajar al cortina de Caballeros fue porque entre las apetencias del mercado y la composición de mis compañeros había un rumbo que a mi no me latía para nada. Insisto, les queda muy bien a ellos, pero yo no lo comparto. No lo puedo hacer mío de ninguna forma, no me puedo transvertir. Ni siquiera lo podía hacer diciendo: ‘Bueno tengo la empresa, vamos en ésta’. Siempre fui un estudioso de cómo empiezan y terminan las bandas de rock, y no quería terminar así. Por eso siento que en algunos puntos hay una conexión muy fuerte, y en otros hay rupturas desde todo punto de vista”, sostiene el productor de Los Pérez García, Yicos, Ojas y Cadan entre otras, mientras ceba unos mates frente a la computadora, en la que está trabajando en el material del segundo álbum de su grupo.
Tras siete años de vida y con un par de demos dando vueltas, el cuarteto – que completan Mateo Crespo, Sebastián Bruno y Gonzalo (Por que no?)– editó su primer disco de estudio titulado «Rock Trance». “Nueva década, nuevo estilo, nuevos ritmos, nuevas cosmovisiones. En los Caballeros si bien teníamos una pluma admirable con Iván (Noble) al mando, estaba todo centrado en la conquista, en las sensaciones individuales de dolor, displacer o placer. Una serie narrativa muy divertida, muy profunda por momentos, pero yo ya estaba con eso. Necesitaba que la música a la que le dedico la vida, al menos hasta que me quede sordo, tuviera otro sentido. Por otro lado, las letras tienen expresiones o búsquedas poético-sociológicas exaltadoras de la anarquía individual, mezclada con poesía más onírica y una puerta de salida a una cosmovisión que está dada por trabajos y viajes con plantas, concretamente con la ayahuasca, que trae enseñanzas antiquísimas de la selva del amazonas”, comenta Méndez, quien se autodefine en broma como “una especie de Carlos Castañeda del Oeste” ya que tiene un perfil espiritual por fuera del rock con la realización de discos para meditación y talleres de relajación con música.
Antes de que los Caballeros tomaran cierta popularidad, Martín estudió sociología en la UBA y tras cinco años de vida universitaria descubrió que desde esa profesión era imposible cambiar algo y advirtió más poder en una guitarra que en tantos libros. Sin embargo, en la lírica de varios temas de este excelente debut discográfico aflora su perfil sociológico. “Es donde hablo de la perspectiva anárquica e individual de no someterse, de no ser el alimento de los que te generan la cosmovisión. Tengo amigos cuarentones, profesionales ellos, que se desayunaron Clarín durante años y ahora cayeron en la cuanta que vivieron engañadísimos porque la actividad profesional los llevaba a ese diario para estar actualizados y se comen toda la bajada de línea, les generan una cosmovisión que no es la de ellos. Generan la subjetividad del ser. Abandone la sociología, me fugue con mi amante que fue la música, pero sigo queriendo decir lo mismo (risas). La música debe romper esa subjetividad y colaborar a generar una corriente de pensamiento que te pueda desligar de esas cosas que en el fondo te terminan haciendo muy infeliz, porque te imponen unos objetivos de vida que seguramente no son los tuyos. Ahí es donde la música se pone más combativa”, infiere Méndez exhibiendo un rasgo intelectual que lo aleja de tanto Pomelo que anda dando vueltas por ahí.
El excelente «Rock Trance» puede descargarse por Internet en forma gratuita y lo que motivó al guitarrista a tomar esta decisión fue un razonamiento lógico: “Tuve el disco terminado durante dos meses. Chateaba con gente de todo el país que me preguntaban cuando iba a estar y yo les decía: ‘Ya lo tengo’. Por ejemplo hablaba con una chica de Misiones de 16 años, que conocía a Caballeros porque el papá era fana, y justo en ese momento estaba en tratativas con un subsello de Popart, que me decían: ‘Sería (en el caso de salir) para el segundo semestre de 2011’. Y yo pensaba: ponele que lo editen, que haya un Musimundo en Posadas, que este abierto y que le vendamos 100 discos, que lo lleven a Misiones. O sea, cuando le llegue a ésta piba, ella va a estar casada y viviendo en Noruega. Entonces apreté un botón y se lo mande”, rememora el músico y reflexiona: “Con todo lo demás, me iba a llevar dos años lograr lo mismo y era un disco que ya tenía tres años de laburo. Que encuentre su camino, que viaje por las cabezas, por donde sea el puente para llegar a las cabezas me da lo mismo. En ese caso tengo el privilegio, que al haberlo hecho en mi estudio, es un disco de miles de horas de trabajo pero no tengo que recuperar el dinero. Esa es la otra parte del método guerrillero”. Si bien con la descarga gratuita no ganó dinero, Méndez analiza que tiene su lado positivo: “Se genera una red de primera mano entre el que hace música y el que la escucha, porque te dicen lo que sienten, lo que les pasa cuando lo escuchan. Es muy rico a ese nivel. Se da una interacción muy real que no ocurre cuando estas en la industria porque estas muy mediatizado. Obviamente la escala es mucho más chica, yo quiero creer que por ahora.”
En la grabación de «Rock Trance» participó una brillante orquesta conformada por Carlos Arin y Alejandro Martín, en vientos; Tatu Garibaldi, en percusión; Guillermo Berezñak, en piano, y Pocho Fabricio, en hammonds; Alvaro Gil Mariño, en gaita y flauta; y Beto Olguín, Pato Debritos, Ana Arce, Maria Puyo y Loli Álvarez, en voces. “Este es un proyecto en construcción. Así como logramos en estos años un sonido de cuarteto, que es la base de la banda, el disco va más allá. Estamos generando ese segundo momento, en el que a la gente que le gustó el grupo se encuentre con que la banda se puede ir para cualquier lado. Ya lo hemos hecho hace algunos años en el Teatro de Morón, tocamos electroacústico con 12 integrantes con sección de cuerdas, vientos, percusión y bailarinas hindúes nudistas. Siempre el proyecto va en expansión.” Además, el guitarrista promete un lugar inesperado para llevar a cabo presentación oficial: “Para marzo ya tendremos el disco físico así que es muy probable que eso vaya acompañado de una serie de presentaciones. Así como grabamos las baterías en la Municipalidad de Morón, quiero hacer la presentación en un lugar bizarro, el plan original (si podemos hacerlo) es en un barco, aunque este anclado o hundido. Quiero hacer algo para la gente que siempre nos acompañó, conseguir un lugar fuera de lo común para hacer algo y que la gente se vaya con un recuerdo raro.”
A comienzo de los 90, en medio de las feroces privatizaciones y la convertibilidad que colocaría al país dentro de un supuesto “Primer Mundo”, en los suburbios del conurbano surgieron una serie de bandas, que sustentadas en letras directas y concisas, expresaban su repulsión hacia la clase política argentina. De esa camada emergieron La Renga, Los Piojos, La Bersuit y Los Caballeros de la Quema, quienes un lustro más tarde alcanzaron - en mayor o en menor medida - la popularidad. Tras la trágica muerte del tecladista Ariel “Garfield” Caldara y por diferencias artísticas, a principios de 2002 el sexteto de Morón dijo basta ("basta para mi", guiño para los entendidos). Luego de la disolución, mientras el líder mediático lanzaba su carrera actoral y solista; Martín Méndez, Pablo Guerra, Javier Cavo y Patricio Castillo siguieron ligados al rock y formaron Vale 4, una experiencia fallida que duró apenas siete meses y algunos shows. A partir de ese momento, estos cuatro músicos tomaron caminos diferentes (tanto en lo musical como en lo existencial) y en esa búsqueda de nuevos horizontes, Méndez fundó Sendero, una banda que explora los confines del rock eléctrico con canciones oscuras, ásperas y lisérgicas.
“El nombre tiene que ver con generar un camino por afuera de la industria del espectáculo, no porque nos opongamos a ella sino porque vemos que está muy concentrada en artistas que ya no representan la época, como ocurre con Vicentico que lo lanzan con toda la pompa y le dan todos los premios. Es muy engañosa la industria. Van a lo seguro, una vez que hay una moda instalada o un artista que tiene un nombre lo mandan a hacer discos…pero no es mi cuestión. El punto es que eso nos deja afuera, y encontré una tierra fértil otra vez en lo independiente”, afirma MWM, con la autoridad que le confiere haber liderado musicalmente a la banda de la mentada Q durante 11 años. En cuanto a lo musical, Sendero “intenta lograr una comunión con el propio espíritu a través de la música. Generar viajes mentales, abstractos por momentos, ritmo para que te lleve al movimiento físico. No estoy pensando en un boliche de Palermo Hollywood sino bailable desde lo animal, soltar el cuerpo y desentenderse”, aclara el músico acerca de este interesante proyecto surgido en 2003.
Si bien Sendero pareciera tener muy poco en común – musicalmente hablando - con Los Caballeros, su líder opina que existe una ambigüedad entre su anterior banda y esta nueva etapa: “Sendero tiene una conexión tremenda con los orígenes oscuros y eléctricos de Caballeros. La sensación que generaba la presión sonora y la música de los dos primeros discos («Manos vacías» y «Sangrando») casi hasta el tercero («Perros, perros y perros») son testigos de eso. Y a la vez hay una tremenda desconexión, porque en lo personal uno de los motivos por el que quise bajar al cortina de Caballeros fue porque entre las apetencias del mercado y la composición de mis compañeros había un rumbo que a mi no me latía para nada. Insisto, les queda muy bien a ellos, pero yo no lo comparto. No lo puedo hacer mío de ninguna forma, no me puedo transvertir. Ni siquiera lo podía hacer diciendo: ‘Bueno tengo la empresa, vamos en ésta’. Siempre fui un estudioso de cómo empiezan y terminan las bandas de rock, y no quería terminar así. Por eso siento que en algunos puntos hay una conexión muy fuerte, y en otros hay rupturas desde todo punto de vista”, sostiene el productor de Los Pérez García, Yicos, Ojas y Cadan entre otras, mientras ceba unos mates frente a la computadora, en la que está trabajando en el material del segundo álbum de su grupo.
Tras siete años de vida y con un par de demos dando vueltas, el cuarteto – que completan Mateo Crespo, Sebastián Bruno y Gonzalo (Por que no?)– editó su primer disco de estudio titulado «Rock Trance». “Nueva década, nuevo estilo, nuevos ritmos, nuevas cosmovisiones. En los Caballeros si bien teníamos una pluma admirable con Iván (Noble) al mando, estaba todo centrado en la conquista, en las sensaciones individuales de dolor, displacer o placer. Una serie narrativa muy divertida, muy profunda por momentos, pero yo ya estaba con eso. Necesitaba que la música a la que le dedico la vida, al menos hasta que me quede sordo, tuviera otro sentido. Por otro lado, las letras tienen expresiones o búsquedas poético-sociológicas exaltadoras de la anarquía individual, mezclada con poesía más onírica y una puerta de salida a una cosmovisión que está dada por trabajos y viajes con plantas, concretamente con la ayahuasca, que trae enseñanzas antiquísimas de la selva del amazonas”, comenta Méndez, quien se autodefine en broma como “una especie de Carlos Castañeda del Oeste” ya que tiene un perfil espiritual por fuera del rock con la realización de discos para meditación y talleres de relajación con música.
Antes de que los Caballeros tomaran cierta popularidad, Martín estudió sociología en la UBA y tras cinco años de vida universitaria descubrió que desde esa profesión era imposible cambiar algo y advirtió más poder en una guitarra que en tantos libros. Sin embargo, en la lírica de varios temas de este excelente debut discográfico aflora su perfil sociológico. “Es donde hablo de la perspectiva anárquica e individual de no someterse, de no ser el alimento de los que te generan la cosmovisión. Tengo amigos cuarentones, profesionales ellos, que se desayunaron Clarín durante años y ahora cayeron en la cuanta que vivieron engañadísimos porque la actividad profesional los llevaba a ese diario para estar actualizados y se comen toda la bajada de línea, les generan una cosmovisión que no es la de ellos. Generan la subjetividad del ser. Abandone la sociología, me fugue con mi amante que fue la música, pero sigo queriendo decir lo mismo (risas). La música debe romper esa subjetividad y colaborar a generar una corriente de pensamiento que te pueda desligar de esas cosas que en el fondo te terminan haciendo muy infeliz, porque te imponen unos objetivos de vida que seguramente no son los tuyos. Ahí es donde la música se pone más combativa”, infiere Méndez exhibiendo un rasgo intelectual que lo aleja de tanto Pomelo que anda dando vueltas por ahí.
El excelente «Rock Trance» puede descargarse por Internet en forma gratuita y lo que motivó al guitarrista a tomar esta decisión fue un razonamiento lógico: “Tuve el disco terminado durante dos meses. Chateaba con gente de todo el país que me preguntaban cuando iba a estar y yo les decía: ‘Ya lo tengo’. Por ejemplo hablaba con una chica de Misiones de 16 años, que conocía a Caballeros porque el papá era fana, y justo en ese momento estaba en tratativas con un subsello de Popart, que me decían: ‘Sería (en el caso de salir) para el segundo semestre de 2011’. Y yo pensaba: ponele que lo editen, que haya un Musimundo en Posadas, que este abierto y que le vendamos 100 discos, que lo lleven a Misiones. O sea, cuando le llegue a ésta piba, ella va a estar casada y viviendo en Noruega. Entonces apreté un botón y se lo mande”, rememora el músico y reflexiona: “Con todo lo demás, me iba a llevar dos años lograr lo mismo y era un disco que ya tenía tres años de laburo. Que encuentre su camino, que viaje por las cabezas, por donde sea el puente para llegar a las cabezas me da lo mismo. En ese caso tengo el privilegio, que al haberlo hecho en mi estudio, es un disco de miles de horas de trabajo pero no tengo que recuperar el dinero. Esa es la otra parte del método guerrillero”. Si bien con la descarga gratuita no ganó dinero, Méndez analiza que tiene su lado positivo: “Se genera una red de primera mano entre el que hace música y el que la escucha, porque te dicen lo que sienten, lo que les pasa cuando lo escuchan. Es muy rico a ese nivel. Se da una interacción muy real que no ocurre cuando estas en la industria porque estas muy mediatizado. Obviamente la escala es mucho más chica, yo quiero creer que por ahora.”
En la grabación de «Rock Trance» participó una brillante orquesta conformada por Carlos Arin y Alejandro Martín, en vientos; Tatu Garibaldi, en percusión; Guillermo Berezñak, en piano, y Pocho Fabricio, en hammonds; Alvaro Gil Mariño, en gaita y flauta; y Beto Olguín, Pato Debritos, Ana Arce, Maria Puyo y Loli Álvarez, en voces. “Este es un proyecto en construcción. Así como logramos en estos años un sonido de cuarteto, que es la base de la banda, el disco va más allá. Estamos generando ese segundo momento, en el que a la gente que le gustó el grupo se encuentre con que la banda se puede ir para cualquier lado. Ya lo hemos hecho hace algunos años en el Teatro de Morón, tocamos electroacústico con 12 integrantes con sección de cuerdas, vientos, percusión y bailarinas hindúes nudistas. Siempre el proyecto va en expansión.” Además, el guitarrista promete un lugar inesperado para llevar a cabo presentación oficial: “Para marzo ya tendremos el disco físico así que es muy probable que eso vaya acompañado de una serie de presentaciones. Así como grabamos las baterías en la Municipalidad de Morón, quiero hacer la presentación en un lugar bizarro, el plan original (si podemos hacerlo) es en un barco, aunque este anclado o hundido. Quiero hacer algo para la gente que siempre nos acompañó, conseguir un lugar fuera de lo común para hacer algo y que la gente se vaya con un recuerdo raro.”
Sendero abrirá el año junto a Los Pérez García y Vidrios, el próximo sábado 12 de marzo, en el mítico Galpón de Hurlingham.
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