martes, 15 de marzo de 2011

Sendero, Los Pérez García y Vidrios en Hurlingham: Asuntos de familia

Bajo el lema “Primera dosis anual compartiendo noche con viejos y queridos amigos”, la banda de Martín Méndez se presentó el sábado pasado en el Galpón junto a Los Pérez García y Vidrios.


Galería de Fotos

En el efímero umbral en el que el sábado se convierte en domingo, que las convenciones horarias suelen definir como las 24, el mítico Galpón de Hurlingham acogió una excelente fecha conformada por tres bandas, que tenían como nexo a Martín Méndez. Es que el líder y guitarrista de Sendero, fue el productor de los últimos dos discos de Los Pérez García, «Santo Remedio» y «Asuntos de familia». Mientras que con los Vidrios lo une un (casi) lazo de sangre con el baterista Javier Cavo, con quien integró las filas de los Caballeros de la Quema durante 11 años y Vale 4 por apenas algunos meses. Además, Pablo Guerra y Carlos Arín, otros dos ex Caballeros, se encargaron de completar los vínculos entre los grupos.

Sendero fueron los encargados de abrir la jornada con una puntualidad poco habitual en el ambiente del rock y en el repaso de su primer disco, «Rock Trance», dejó en claro que musicalmente es uno de las bandas mejor posicionadas de la escena del Oeste. La sucesión “Cerebro de reptil”, “No ha amor”, “Limasong” (con Beto Olguín de Los Pérez García) y “Danza del Oeste” exhibieron el amplitud musical que despliega el grupo. “No los vemos. ¡Vengan!”, reclamó Méndez para que la gente se hiciera amiga y se acercará al escenario.

“Nos van a acompañar las chicas de la compañía Latente y Samira Hasan”, comentó el cantante, y el costado oscuro de la banda asomó con los “baladones” (como los definió el guitarrista Mateo Crespo) “La conjura de las diablas”, “Sendero” y “El reloj” (“Cover de Rage Again the Machine”, bromeó Martín). “A ver si dejamos la platea. Por favor acérquense, es la última oportunidad para moverse. A partir de ahora vamos a tener muchos invitados”, insistió M.W.M., y la punzante “Ituzaingó” descontroló a un grupo del público que entendió cómo se debe sentir el rock, un gran guiño para ellos.

Si bien la banda se presentó con la habitual formación de cuarteto, a lo largo del repertorio contó con varios invitados que participaron en el disco para un cierre a toda orquesta. Entre ellos Hernán “Tatu” Garibaldi (percusionista de Los Pérez) en “Verdes dorados”; Guille Beresñak (Antü/Yenifer y su auto mágico, Burbujas Amarillas, Duo Limón, que además toca con El Chávez) en “Romper con la ley”; y Carlitos Arin y Rolo Espíndola (ex vientos de los Caballeros y Pérez, respectivamente) en “Arriba la flor”, un tema que con los años se ha convertido en un himno. “Buenas noches, nos vemos pronto”, saludó Méndez.

A continuación, los Vidrios se hicieron cargo del escenario. Si hubiera que definir el sonido de este grupo, la conjunción entre la potencia de los Who y la cadencia rockera de los Rolling Stone (no confundir con el rock stone de flequillo y zapatillas Topper made in Argentina), se podría ajustar bastante bien, salvando las distancias obviamente. Justamente, las remeras de esas legendarias bandas fueron las que lucieron sus dos principales miembros: el baterista Javier “Nene” Cavo (ex Caballeros de la Quema) y el bajista Lucas Kocens (ex Demente Caracol), respectivamente.

Sin embargo, por momentos la lírica de las canciones del trío sí se aproxima a la mutación nacional que sufrieron sus Majestades Satánicas, esencialmente en los temas “Ebrio”, “Nadando en el vaso”, “Salir a recorrer los bares” y “Santiaguito”, que tomó demás. Aunque no intenta indagar en una propuesta pretenciosa, Vidrios sabe hacer lo suyo, que es la ejecución de un rock and roll potente y áspero, y logran brillar en “Cadenas al miedo” y “Esclavo” para el disfrute de un importante número de seguidores.

El cierre de la jornada estuvo a cargo de Los Pérez García, quienes antes de desembarcar nuevamente en La Trastienda el próximo 8 de abril, hicieron una recorrida por sus cuatro discos de estudio comenzando con la rockera “Temporal” («Asuntos de familia»), el reggae “Al sol” («Santo Remedio») y canción-rock “Ni tan diablo, ni tan santo” («Ya!»). “Salud, Buenas noches. ¿Todo bien?”, saludó Beto, y la banda de Aldo Bonzi explotó su veta cancionera de la mano “Miro”, “Fakir” y “Magdalena”.

En el repertorio de Los Pérez hay ciertos temas que siempre están presentes, con sus habituales invitados incluidos. Entre ellos se encuentran “Un vals después de todo” y “Ruta”, con los guitarristas Martín Méndez, en la primera, y Pablo Guerra, en la segunda. “Hermosa noche debo admitir”, comentó Beto, quien luego de reconocer que se había salteado la funky “Pecados” (ratificando lo que expresa su letra: “No me gustan los que mienten…”), se bajó del escenario y con armónica en mano se dispuso a interpretar “A callejear”.

Ante la ausencia de los vientos de LPG por “compromisos preestablecidos”, que tendrían que ver con la grabación del segundo disco de La Sota y su Fiesta Pagana, Carlitos Arin y Rolo Espíndola se hicieron cargo de esa sección y se lucieron en un final espectacular con “Perro Salado” (del iniciatico «Buenas noches» de 1997), “Hablando solo” y “Tarde y lejos”, en una serie de temas en que el rock toma aspecto de murga para instalarse en la nueva joya de la banda: “Sigue la noche”. Lamentablemente, cuando salimos del recinto, el clima ameno que se vivió durante la fecha se esfumó en un instante al advertir que los “amigos de lo ajeno” se habían afanado el auto.

VIDEOS
Sendero “Sendero”
Sendero “Verdes dorados”
Vidrios “Santiaguito”
Vidrios “Nadando en el vaso”

Poder, Experimentación y Oscuridad 
Por Victor Najmías (Tiki) de Resumen Porteño.

¿Será un vicio legado por el periodismo del rock de los ´90? Ese fenómeno que buscaba etiquetar todo, que llego a hablar de géneros nuevos como el Funkcore y de mezclas mucho más inverosímiles como Flamenco Rock. ¿O será síntoma y/o secuela del mal aún más moderno que representa vivir en El Mundo del Tag?


Si en este mundo de etiquetas, delivery y comidas wireless alguien me pidiera que describa a Sendero en tres palabras, éstas serían: Poder, Experimentación y Oscuridad. Y si bien eso nos acercaría en una forma no tan desacertada a la realidad sonora de la banda, también se quedaría corta como descripción de la misma.

Estas líneas nacen a raíz de la presentación de Sendero en El Galpón de Hurlingham y si bien trataré de abocarme a hablar sobre sensaciones adquiridas en esta experiencia, me aventuro a anticipar que seguramente se colarán conceptos relacionados con el disco debut de la banda, y sobre la postura y lugar que ocupa en el plano del Rock del Oeste del Siglo XXI.

El set mostró una banda contundente y versátil, y el material de “Rock Trance” se manifiesta vasto, potente, de dientes apretados; pero sin perder una alta dosis de musicalidad y vuelo poético. La pluma de Méndez es afilada y arriesgada, de doble filo, puede hacer una metáfora negra de una situación cotidiana y también el proceso inverso.

La noche avanzaba en el Oeste y era la hora de los himnos, las loas a la patria chica, porque si algo hemos aprendido en estos últimos años es que al decir que una banda es del Oeste, casi que la estamos poniendo en una categoría, un pre genero kantiano musical. Y así sonaron “Danza del Oeste” e “Ituzaingo”.

A medida que el Setlist era recorrido por la banda había detalles para destacar en cada tema, por ejemplo lo inquieto y positivo del sonido y los arreglos nacidos de la Les Paul de Mateo Crespo, o lo contundente de la base, un bombo que golpeaba fuerte contra el pecho y un bajo que avanzaba sin miedos empujado por un Fender vintage con un sonido potente, saturado, bravo.

Tal vez la mejor definición que describa a esta gran banda la encontremos en su propia piel musical: Sendero es Rock Trance, pero éste es tan sólo el principio, porque al avanzar en su show nos demuestra que en el Oeste, ahora hay otra aplanadora. Jugando con las palabras de Gustavo Cerati, que en Dynamo (1992) invocaba: “Deja el camino, toma la ruta…”, humildemente propongo: “Deja el camino, toma el Sendero…”.

No hay comentarios: