Nene no se compran los sueños

Cuando los medios más importantes no brindan su apoyo a las bandas del under, hay que recurrir a la gente que en definitiva es a quien están dirigidas las canciones. La Perra que los parió lo entendió así y armó una movida, a través de Internet, acudiendo a la colaboración de sus habituales seguidores, que en una especie de boca en boca, invitaron a sus conocidos al show y la banda no los defraudó.



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“Solo a veces podemos darnos el lujo de hacer una fiesta como ésta”, comentó el cantante Nahuel Cruz Amarilla, exaltando el éxito de esta novedosa cruzada, a partir de la cual LPQLP logró colmar la capacidad del sótano de la Unión e Benevolenza, mientras el nuevo público - que se sumó a la Jauría - se fue con una sonrisa extasiante.

Aproximadamente a las 22, en medio de una parafernalia carioca (que incluyó papel picado, globos y narices de payaso) el público se dispuso a abandonar las mesas y tomó los últimos sorbos de cerveza, para emprender el camino en la búsqueda de una ubicación frente al escenario, ante los primeros acordes de “Reggaeton” que anunciaban el comienzo del último recital en la Unione, que siguió en plena escalada con “Por las calles” y “Guardapolvo”.

La Perra… ha forjado un estilo propio unificando al rock con el ska, el reggae, el candombe y la murga para configurar shows en los cuales explotan a discreción todas estas variantes y que provocan en los espectadores algunos momentos de baile (“Los tontos” y “LPDB”) y otros de agite (“HDP” y “Mejor no hablar de ciertas cosas – Te quiero ver bailar”).

En el repertorio de la banda oriunda de la Boca, el reggae tomó un lugar preponderante a partir de temas como “Esa gente” (¿dedicado a la radio del puro rock nacional?), “Por siempre” y “La piedra”. Pero en la lista también convivieron la murga (“Más que hacer”, “Murga para mi soledad”), el candombe (“Muñequita”) y las influencias piojosas (“Déjate llevar”) y bersuiteras (“Alarma”). Si bien el rock siempre esta presente, emergió en su estado más puro con “El loco del arenero” y “El tipo del Mercedes Benz” (con intro reggae).

La banda se muestra tan asentada y sólida, que hasta se permitió algunos momentos de histrionismo. Nahuel Cruz Amarrilla, luciendo su particular traje negro, expresa de manera efectiva tanto letras contestatarias como aquellas de amor y derrota; Juanchi Espada desparrama virtuosidad con su viola Gibson SG; Matías Ramos y Maxi Demonte, conforman una contundente base bajo – batería, que permite ahondar por una gran versatilidad rítmica; Jorge Bekmesian, entre percusión y bailes, se convierte en el personaje favorito del público; Fernando y Adrián, en los vientos, y Neeco, en armónica, terminan por constituir una colosal big band de rock.

“La gente es todo amor, por eso me genera mucho respeto y emoción”, había señalado Germán Daffunchio en la película “Que sea rock”, mientras circulaba entre la monada pelotera. Ese cariño del que hacía referencia el líder de Las Pelotas lo manifestó, este fin de semana, el público de LPQLP que le trasmitió a sus allegados ese apasionado e incondicional apoyo demostrado por ellos en cada recital, que junto a una actitud desprejuiciada de incursionar en los shows de aquellas bandas que habitualmente no son difundidas en los medios masivos, prevé un panorama un poco más alentador para el under.

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